miércoles, 29 de agosto de 2012

Balikhum Blue: Malos tiempos para la lírica

1987.
Sospecho la razón por la que acuden a mi memoria los versos adormecidos y recónditos que impregnaron de melancolía aquella clase de Lengua, en la que el tan ilusionado como iluso profesor pretendía enseñarnos a declamar con más o menos arte, sentimiento e histrionismo un poema de nuestra elección. Irónicamente, entre la Canción del Pirata y los versos de Neruda, me permití colar subrepticiamente, escoltado por risitas socarronas y muecas de extrañeza, un poema sin palabras de amor desesperado ni bergantines, que no tocaba la fibra del corazón sino la de la mente. Un poema que elegí porque, cuando lo descubrí por primera vez, uno o dos años antes, ya su autor me había impresionado con la desnudez de sus versos. Ya entonces, adolescente introvertida pero ávida de ideales motivadores, me había identificado con sus valores tintados de ingenuidad, había intuido que su inconformismo era el camino que debía seguir, y había descubierto con él que a veces es necesario distanciarse del sentimentalismo y la belleza superflua. Me fascinó su sencillez y me impactó la cruda realidad que retrataba en su ópera de tres centavos.

- "Adelante, dinos qué vas a declamar"
- "Malos tiempos para la lírica..."
- "Esa me la sé yo de memoria, jajaja"
- "Eso es un golpe bajo, jajaja", se oyeron murmullos y risas por toda la clase, pues todos tenían marcada a fuego en su mente una de las canciones emblemáticas de la movida gallega, la movida de "Madrid se escribe con V de Vigo", la movida de Golpes Bajos, Siniestro, Resentidos y tantos otros.
- "... de Bertolt Brecht"
Cese de murmullos, miradas de desconcierto y cejas enarcadas.

Y lo recuerdo hoy porque así me siento ahora, así de distanciado está mi ánimo de la realidad azarosa y sin sentido, queriendo vetar sin éxito el sentimentalismo que me invade, y a mil leguas de cualquier pensamiento sugerente y provocador. Y si alguien sonreía pensando en "a ver qué relato pseudoerótico me regala hoy Balikum", seguramente enarcará las cejas igual que aquellos, sorprendido y probablemente decepcionado por el cambio de rumbo. No te preocupes, todo se pasa. Como también me temo se pasó en su día el espíritu revolucionario e inconformista que iluminó mis ensoñaciones de juventud. Como arrinconado quedó Brecht en el fondo de la estantería, aprisionado entre Anaïs Nin y Henry Miller.

MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA  
                                                                                                                           
Ya sé que sólo agrada
quien es feliz. Su voz
se escucha con gusto.
Es hermoso su rostro.

El árbol deforme del patio
denuncia el terreno malo, pero
la gente que pasa le llama deforme
con razón.

Las barcas verdes y las velas alegres de Sund
no las veo. De todas las cosas,
sólo veo la gigantesca red del pescador.

¿Por qué sólo hablo
de que la campesina de cuarenta años anda encorvada?
Los pechos de las muchachas
son cálidos como antes.
En mi canción, una rima
parecería casi una insolencia.

                                                       Bertolt Brecht


Siento que solo la felicidad te acerca a mí, pero tras la triste sonrisa de carmín y la melancolía de esta mirada risueña, tras las palabras acariciadoras y sensuales, hay una realidad descarnada y no va a desaparecer porque finjamos que no exista. Que no te invada la angustia, no sufras, solo respira profunda y lentamente. Distánciate, como hago yo, como hizo Brecht, y aléjate de ella. Si yo sonrío, a pesar de todo, es por ti y para ti. Tú eres el motor de mi existencia, déjame que retome contigo el camino de la sensualidad y la sublimación de los sentidos. Déjame adornar esa realidad distante para que la nuestra sea cada vez más grata.

Ahora recuerdo por qué arrinconé entre los modernistas los poemas de Brecht...
Porque aunque en mi corazón hoy sea un mal día para la lírica, el erotismo y la sensualidad, los sentimientos lo impregnan todo y laceran mi alma, y sigo necesitando el bálsamo de esa belleza insolente. Y el de las magnéticas palabras que un día nos dijimos y el de las que nos quedaron por decir.

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