sábado, 22 de septiembre de 2012

Lys Green: Microamores

No era el momento.

Todavía hay demasiadas heridas por cicatrizar, y nuestros maltrechos corazones aún no han encontrado ni su rumbo ni su ritmo. El mío creyó que sí tenía un rumbo, hacia ti y contigo, y mi razón por una vez actuó en sintonía con él. No así el tuyo. Pero he aprendido a adaptarme a las circunstancias. Este es mi momento y tengo que disfrutarlo. Tú mismo me lo has dicho. También Ch. Ahora lo que necesito no es una pareja, solo amigos (aparte de algún que otro encuentro furtivo por prescripción médica). Pero tengo un problema. Tiendo a implicarme demasiado y al margen de algunos contactos ocasionales, mis amigos nunca serán de usar y tirar, necesito establecer algún tipo de vínculo, aunque sea amistoso. No es lo ideal, pero es así como funciono. No entiendo el sexo por el sexo sin atracción, sin cariño, sin apetencia, sin complicidad.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Petits Fours: El amigo turco

Londres, otoño de 1991

Eran las diez de una noche húmeda y brumosa, y pocos coches transitaban la calle. Yeter se aproximó a la cabina y, tras asegurarse por enésima vez de que no había nadie en las inmediaciones, sacó unas monedas del bolsillo y marcó el número de teléfono de su casa, en Estambul. Llamaba dos o tres veces por semana y podía permitírselo porque habían descubierto un truco que les permitía llamar prácticamente gratis. Solo debían tener cuidado de no hacerlo en su barrio, y de no repetir siempre en la misma cabina ni a la misma ahora para no correr riesgos. De todos modos, difícilmente nadie iba a perseguir un pequeño delito como ese habiendo cosas mucho más serias de las que preocuparse. Solo era una pequeña travesura más.

El suyo era un nombre curioso en turco. Significa "basta", o "basta ya", y antiguamente se solía poner a los hermanos pequeños. De alguna manera ese nombre le había marcado. Aunque no fuera cierto, y aunque es algo que normalmente se le dice al pequeño, a él le gustaba contar a sus amigos occidentales que el nombre se lo pusieron cuando apenas había empezado a hablar porque cada vez que alguien le hacía una carantoña a su hermano, se ponía en medio y era él el que decía "Yeter!"

martes, 18 de septiembre de 2012

Petits Fours: La turista alemana

Rilke por fin puede gozar de unos momentos de relax en la playa. Soñaba con venir al Mediterráneo turco desde hacía tiempo. Antes de casarse era una auténtica trotamundos, había recorrido parte de Europa con la mochila a la espalda y echaba de menos su pasión de juventud, la escalada. Le encantaba sentir cómo la adrenalina mantenía sus sentidos alerta y sus músculos tensos al máximo cuando se enfrentaba a una pared casi vertical y tenía que buscar un resquicio en el que apoyarse con la punta del pie o donde aferrarse con la mano. Sin embargo, su trabajo de funcionaria era todo lo contrario, monótono y aburrido, y había tenido que dejar los viajes y la escalada a raíz de sus embarazos y las largas ausencias de su marido, que la obligaban a dedicar todo su tiempo a sus hijos casi en solitario. Su vida social se limita a alguna que otra barbacoa en los parques de Bremen con otros amigos, siempre rodeados de niños de los que no puede descansar ni un minuto. Tiene tres chicos. No es que quisieran realmente tres, es que el tercero fue un intento infructuoso de "a ver si esta vez sale niña". Por suerte, ha podido disfrutar de ellos a tiempo completo casi todo este tiempo, y solo recientemente se ha reincorporado a su trabajo en la administración local. Pensaba que sería un alivio de su trabajo de madre a jornada completa pero lo único que ha conseguido es cargarse aún con más obligaciones. La vida no le da para tanto. Su marido es un encanto cuando está. Pero es que casi nunca está. Debido a su trabajo, se pasa la semana viajando y no puede contar con él. A Rilke le encantaba viajar y no pensaba que tener hijos fuera a ser un impedimento, pero en la práctica sí lo es. Por problemas de agenda de su marido y del colegio de los niños han estado aparcando durante años la posibilidad de hacer esa escapada a Turquía, que por una razón u otra no hacían más que postergar de un año al siguiente.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Petits Fours: El atentado

Marco se levantó esa mañana al amanecer y se puso a desayunar junto a la ventana de la cocina, desde la que se veían los campos llenos de viñedos cargados de uva lista para la vendimia. Abrió la ventana y respiró el aire puro de la montaña. No pudo evitar recordar aquellos otros amaneceres impregnados del olor del mar, apenas un año antes, cerca de Sant'Alfio. No entendía cómo había podido tener tan poco entendimiento y tal falta de sensatez como para embarcarse en algo como aquello sin haberlo consultado siquiera con su familia. Era demasiado lo que se jugaban él y sus compañeros, pero tenían la temeridad propia de la juventud. De eso se aprovecharon.

Catania, principios de los 90

"Mamá, espera, que me he mojado todo y me tengo que cambiar..." "¡Date prisa, que ya deberíamos estar saliendo!".
Los escoltas cruzan una mirada inquieta y miran el reloj. Es preciso organizarse y cuidar cada movimiento a la hora de proteger a la familia del magistrado. No es problema de ellos que los niños lleguen tarde al colegio, pero cualquier alteración en su planificación les provoca inquietud. Por el contrario, están convencidos de que si el juez sigue vivo es gracias a sus continuos cambios de horario, a su falta de rutina, a no haber establecido ninguna ruta definida, a mantenerse alejado en la medida de lo posible de todo lo que tenga que ver con la mafia. En definitiva, a no meterse en líos. Y ellos dan gracias de que sea así.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Lys Green: En la estacada

"Entonces, ¿qué es lo que recuerdas de esa noche, Mina?"
"Pues bien poco, la verdad, salvo lo que se me quedó grabado de haberlo comentado luego con Lys. Estuvimos hablando un par de horas, ella necesitaba desahogarse con alguien y conectamos muy bien. Me habló de sus hijos, de sus problemas con su ex, del alivio que sentía por haberlo dejado la noche antes con uno que no pintaba nada en su vida... Yo le comenté que tenía una amiga con problemas parecidos a los que había tenido ella y me dio un teléfono de contacto del centro al que había acudido hace años, y me insistió mucho en que sobre todo no la dejara sola, que no la abandonara, y que la convenciera de que se puede salir. Ella terminó desistiendo por falta de apoyo y solo la casualidad hizo que lo consiguiera, pero con algo de ayuda lo habría hecho mucho antes. Luego estuvimos charlando de cosas menos trascendentes. Yo apenas conozco España y me habló de su tierra, de Galicia, de Compostela, me explicó lo que era el Camino de Santiago y la Vía Láctea.
«¿No te suena la historia del robo del Códice Calixtino? Ha salido en todas las noticias. Fue ahí precisamente, en la Catedral de Santiago...». Quedamos en buscarnos por Facebook y así lo hicimos, nos amigamos y mantuvimos el contacto."
"Pero... ¿y el italiano? ¿Cómo es que no lo recuerdas?"

Betty Red: Drogadicción y pasión

Vosotros sois mi droga. Generáis en mí esta enfermedad, esta dependencia de las sustancias que saturan mi corteza cerebral y que alteran mi comportamiento y mis emociones, nublan mi juicio y mi entendimiento, relativizan el dolor y la percepción. Os deseo porque en las dosis adecuadas podéis producir alucinaciones, intensificar los sentidos, provocar sensación de euforia... Os necesito porque vuestra ausencia puede ser desquiciante, puede enajenar mis sentidos, puede arrastrarme a la desesperación.

"Amor, entiéndelo, la falta de tu sangre en mis venas me hace bordear la locura y coquetear con la dama negra en mis ensoñaciones más extremas, y solo ellos me alejan del abismo. Desde que me faltas, siento que se me encogen el alma y los pulmones y que una mano atenaza mi garganta. Padezco el dolor desgarrador de mis músculos cuando se contraen por falta de alimento, el temblor descontrolado que me alerta imperiosamente de mi necesidad de ti, el desplome de mis emociones hasta las profundidades insondables."

domingo, 9 de septiembre de 2012

Betty y Balikhum: ¿Quién?

- ¿Mina? Soy Bebe, la amiga de Lys, ¿me recuerdas? Nos vimos una vez en casa de Lys, al principio del verano.
- ¡¡Hola, Bebe!! Sí, claro, ¿todo bien?
- Bueno, no mucho... A ver, ahora estoy en casa de Lys con Betty. Estamos preocupadas por ella y necesitamos tu ayuda para intentar localizar... Bueno, hemos conseguido que duerma un poco, porque menudo descontrol lleva con este tema... ¿Te ha comentado algo?
- ¿Qué tema? Yo no he vuelto a hablar con ella desde que volví de mis vacaciones en su casa, en Galicia... Apenas cruzamos unos whatsapps para saludarnos y me preguntó por mi trabajo, qué tal me iba, nada más. No sé nada más...
- ¿No sabes lo de su chico? ¿No te ha dicho nada?
- Eeeeeeeh... Pues no, ¿su chico? ¿Quieres decir su hijo?
- ¡Nooooo, su hijo no! El italiano. Espera, pongo el manos libres para que te oiga Betty.
- ¿Qué italiano? ¿Ha conocido a un italiano? No entiendo nada...
- A ver, Mina. Ella nos dijo que al italiano con el que está saliendo lo había conocido ahí, gracias a ti, que tú fuiste en cierto modo su hada madrina, su celestina, la que los puso en contacto. Que supiste ver que era el chico perfecto para ella. El día del partido, ¿recuerdas?
- Bebe, es que no entiendo nada de lo que me estás contando. Ella solo estuvo un día aquí, el día que nos conocimos. Y sí hubo un partido, es cierto, lo recuerdo. Pero yo no le presenté a nadie, ni ese día ni ningún otro. Y no recuerdo a ningún italiano en particular...

Betty y Bebe se miraron atónitas. Las que no entendían nada eran ellas.

- Mina, ¿trabajas esta noche? ¿Podemos ir a verte y lo hablamos en persona?
- Sí, claro, entro en unos minutos, precisamente. Venid y hablamos porque me estáis liando... ¿Pero Lys está bien?
- No lo sabemos, Mina. En menos de una hora estamos ahí. ¡Hasta ahora!

Continuación en Lys Green: En la estacada

jueves, 6 de septiembre de 2012

Lys Green: Tratamientos paliativos

“Entonces quedamos esta noche a las diez, ¿vale?”
Había pasado toda esa tarde llorando, muerta de frío, metida en la piscina infantil. El aire era inusualmente frío para un mes de agosto y la piscina grande estaba cerrada por un problema con la depuración de las aguas, así que no había nadie en las instalaciones salvo los socorristas, que charlaban en la otra punta. No podían ver mi cabeza apoyada sobre mis brazos en el borde del pequeño estanque, ni oír mi llanto ahogado, ni percatarse del frío que atenazaba mis músculos hasta resultar casi doloroso. Necesitaba sacar todo eso de mí, la tristeza que siento por no tenerte, por haberte perdido sin saber cómo.  No puedo volver a mi casa; mi madre había venido solícita a ayudarme tres días antes, justo cuando me di cuenta de que ya no contestabas a mis mensajes y de que no dabas señales de vida. Llegué a pensar que habías tenido un accidente de coche, y que a 700 kms de distancia, sin amigos comunes, no me enteraría nunca. Solo ese día recibí un lánguido mensaje tuyo diciendo que estabas mal. Entiendo que necesitas tiempo, que todo ha ido demasiado rápido y que aún no has superado tu propia separación.  Que necesitas pasar tu duelo y que mi realidad te angustia y te sobrepasa. Dices que nada de lo que te pasa es culpa ni problema mío, que eres tú el que tienes que aprender a gestionar tus emociones. Y desapareciste, te fuiste a miles de kilómetros de tu vida y de la mía.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lys Green: El mundo amarillo de P (III). El reservado.


[continuación de Lys Green: El mundo amarillo de P (II). Trío MHM.]

Era medianoche cuando por fin encontramos un sitio para aparcar. Antes de bajar del coche, nos quedamos un rato sentados dentro, para darnos una última oportunidad de echarnos para atrás. Entre risitas nerviosas, una lata a medio beber de RedBull, un mechero que cayó bajo el coche del bolsillo de una cazadora, y un tacón que se enganchó con el cinturón de seguridad, conseguimos por fin arrancar.

La calle estaba prácticamente vacía, salvo por una pareja y el portero que fumaban en la calle, los cuales nos hicieron sospechar que probablemente esa entrada oscura, sin iluminación y sin cartel llamativo, fuera el sitio que buscábamos. P entró decidida y la seguimos dejando caer un tímido "Buenas noches" al portero, que nos devolvió el saludo y abrió la puerta para que pasáramos. Nos cruzamos con un hombre cano, pequeño y con una sonrisa de oreja a oreja que salía de la mano de una espectacular mulata de metro noventa vestida de llamativo añil. En una fracción de segundo advertimos que con toda probabilidad los siliconados atributos femeninos pugnaban con los masculinos por hacerse un hueco dentro del escaso vestido en el que iba embuchada. En fin, para gustos pintan colores. Pero dentro de nuestra limitada experiencia de la vida e influidos sin duda por nuestros prejuicios, el chico y yo nos miramos con la misma mirada significativa. Si eso era representativo del ambiente que nos íbamos a encontrar dentro, menudo plan. P ni se inmutó y se fue directa al guardarropa, donde se pagaba la entrada, mientras nosotros, como luego supimos, pensábamos para nuestros adentros "¿En qué antro nos estamos metiendo?" Por supuesto, no nos atrevimos ni a abrir la boca.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Balikhum Blue: Comentario a Jotdown (Un instante)

[Comentario de BB en la revista cultural Jotdown en relación con el reportaje "Un instante", sobre locales liberales]

La mayoría de los comentarios que leo aquí solo denotan simplismo e ignorancia, y poca crítica constructiva. Como es habitual, es muy fácil hablar de lo que no se conoce. Aunque no comparto plenamente ni las impresiones ni la perspectiva del autor sobre este mundo, que yo misma conozco desde hace muy poco, sí creo en el respeto a formas de pensar diferentes de la propia. En mi escasa experiencia de pocos meses he seguido un proceso que arranca en la curiosidad y pasa por muchos estadíos distintos: shock inicial, puro morbo, observación a distancia (curioso que el autor lo vea como una película a cámara rápida, yo lo describo en algún relato exactamente al revés, como una película a cámara lenta), desinhibición, replanteamiento de principios y valores y puesta en duda de muchos de los principios vacuos y las hipócritas ataduras morales que rigen nuestra sociedad, contacto con las ideas y las inquietudes que mueven a otras personas a sumergirse en este mundo, primeras experiencias realmente liberales e inmersión. Mi perspectiva es menos “amarillista” en general, aunque es cierto que puedes ir diez veces al mismo sitio y tener percepciones radicalmente distintas dependiendo de variables como el día de la semana, la hora y la época del año, si hay fútbol en la tele, o si alguien celebra un cumpleaños. Pero desde luego dista mucho de la visión prejuiciosa, grotesca, perversa y lujuriosa que parece que es la que ha calado en los que miran este mundo desde fuera y solo ven lo que quieren ver. En mi caso, y en el de muchas de las personas con cabezas pensantes (no “pollas andantes” ni mucho menos) que he conocido a lo largo de estos últimos meses, si para algo me ha servido es para abrirme de mente, para librarme de muchos prejuicios fruto de una educación sesgada y estrecha de miras (o al menos para identificarlos como tales e intentar superarlos), para enriquecerme como persona en aspectos que hasta entonces no había explorado suficientemente y conocerme mejor a mí misma (el sexo solo es una faceta más) y para poner mi escala de valores en orden. Evidentemente, como en todas partes, no es oro todo lo que reluce. Como en TODAS partes.
Un saludo,
Balikhum Blue