lunes, 26 de noviembre de 2012

Lys Green: Resumiendo...

 

-          ¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes ese careto?

 

          Lys deja el bolso, se quita la chaqueta y termina de acomodarse en su sitio, delante del ordenador, mientras se lo cuenta a su compañera del trabajo.


-          - Pues vengo de intentar donar sangre, ¿vale? Siempre he querido hacerlo pero como pesaba menos de 50 kilos nunca había podido, y como hace tanta falta, pues me he dicho “el lado positivo de haber engordado es que ahora puedo ayudar a salvar vidas con mi sangre, a donar tocan”… Así que me planto en el autobús de la Cruz Roja, relleno el exhaustivo cuestionario, me dan las invitaciones para el CosmoCaixa, que me vienen que ni pintadas para los críos, y cuando me toca pasar con el médico, que estaba de muerte…



-          ¿¡¡Ah, sí!!? Todavía estoy a tiempo de bajar? A ese lo quiero ver yo…


-          Ja, ja, ja… ¡Chica, no desperdicias oportunidad!

-          Bueno, sigue…

-          Pues nada… Se pone a mirar el cuestionario y hace un par de marquitas en dos o tres sitios. Yo mientras no podía dejar de fijarme en sus rizos negros, su piel morena, su olor que me embriagaba… Alucinaba pensando que ese tío lo mismo podría ser modelo si quisiera, era estilo Andrés Velencoso, ya sabes, el de Kylie Minogue…

-          Ufff… Mi heroína… Cuarentona y con ese pedazo de hombre…

-          ¡Tía! Que no todas podemos ser la Demi Moore, la Shakira o la Minogue, frena un poco, que ya te veo…

-          Bueno, me hago una idea: alto, moreno, cuerpazo, en la treintena, barba de unos días, alto, ojazos… Pero sigue, sigue…


-          Exacto, has dado en el clavo. El caso es que yo con ese pedazo de hombre delante no me podía ni concentrar, me faltaba hasta el aire… Y de repente me está mirando y preguntándome si he tenido relaciones sexuales últimamente. No puedo ni pensar. Le contesto que sí. “¿Con tu pareja?” “No, no tengo pareja.” Deja el boli sobre la mesa y me mira a los ojos.“¿Con más de una persona?” “Eeeeeeeh… Sí…” Omito el “con varios” porque no procede, dejémoslo en dos, que es suficiente para usar el plural. Sus manos cerca de las mías, no apunta nada, me sigue mirando con sus ojos escrutadores y cada vez me hundo más en el asiento, pensando que me puede leer los pensamientos. No dice nada, y me siento como en un speed dating, necesito rellenar el silencio con palabras y le suelto: “Bueno, pero siempre con protección… y son siempre los mismos, es como si fueran pareja…”. No me creo que haya dicho tamaña memez. Baja la mirada, coge el boli como si fuera a apuntar algo y mientras mira el papel vuelve a preguntar. “Habituales… ¿desde hace más de cuatro meses?” “Pues… sí” Menuda mentira, y menuda idiotez. ¿Cómo se va a creer eso? “Bueno, solo algunos…” Eso, arréglalo, ya has desvelado que son varios. Me vuelve a mirar interrogador e insiste… “Pero… ¿son dos o más?” Tío, si quieres te cuento lo del foro, pero no es plan…, pensé. Me quedé en blanco… ¿Sigo mintiendo? Si de todos modos no puedo donar sangre ya, ¿para qué insiste?

         
          >>Encima parecía que tenía prisa por pasar al siguiente, pero se regodeaba torturándome con una pregunta tras otra sobre lo mismo, mientras yo intentaba no perder ripio de lo que me decía para intentar entender adónde quería llegar… Escribe algo en el cuestionario, da la vuelta a la hoja como buscando algo y me pregunta sin levantar la vista: “Has puesto aquí todos tus datos, incluido el teléfono, ¿verdad?” “Sí, sí, claro, está todo… ¿Ya puedo pasar adentro?” “Ah, no… bueno, no eres apta para donar sangre…” Me dice dulcemente y con un ligero rubor que le infantiliza, como si le hubieran pillado haciendo una trastada. “¿Ah, no? ¿Por?” “Bueno, has estado en Inglaterra en la época de las vacas locas, en Marruecos en zona de riesgo, fuera de los circuitos turísticos, y has tenido relaciones sexuales hace menos de cuatro meses con alguien que no es tu pareja…” Me cuenta mientras se levanta, yo le imito como un autómata y respondo a su sonrisa de despedida mientras dice “Siguiente…” y cierra la puerta tras de mí sin que me dé tiempo a reaccionar.


-          Ja, ja, ja, ¿pero cuál es esa zona de riesgo de Marruecos?

-           Ni idea, antes me había preguntado si había estado en Chef-Chaouen y le dije que sí; es el sitio este que está por el norte del Rif, el que sale en la película “Bajarse al moro”, creo…

-          Bueno, vale… Pero no entiendo por qué… Si solo una de esas cosas es suficiente para que no puedas donar sangre y eso salía ya al principio del cuestionario y tenía tanta prisa por despachar a la gente… ¿Por qué siguió haciéndote preguntas comprometidas sobre tu vida sexual?

-          ¡Pues eso mismo me pregunto yo! Me podía haber ahorrado la humillación de que además de llamarme potencial víctima de la enfermedad de las vacas locas, sospechen que me he bajado al moro cuando solo fue un punto más de mi recorrido turístico y me pidan explicaciones detalladas sobre mi promiscua vida sexual… Si es que soy idiota, me sentía como si estuviéramos charlando delante de una taza de té y hubiera seguido contestando casi cualquier cosa que me preguntara… Tendría que haberle atajado, preguntar si algo de eso era relevante y haberle cortado, pero con la excusa de que a un médico le tienes que contar todo… Se ha enterado de mi vida, obra y milagros. Menos mal que es confidencial, porque si eso llega a quien no debe y fuera de contexto, imagínate…

-          Bueno, él llevaba las riendas de la conversación porque era su papel y si preguntó de más… ¡A lo mejor tampoco él quería que acabara la charla y sentía curiosidad por ti! Y lo del teléfono, ¿para qué? Ahora mismo bajo y me pongo a la cola…

-          Ja, ja, ja… Pues nada, suerte, que tú por lo menos vas avisada y no te pillará con la guardia bajada, ja, ja, ja. Yo me pongo a trabajar, que hay que levantar el país…

-          Hasta luego, y quítate esa cara de alucinada, anda.


      Al irse, la amiga de Lys, se cruza con otra compañera a la que  pide cambio para la máquina de café.

-          Oye, ¿qué le pasa hoy a Lys? Menudo careto…

-          Ah, nada, que no ha podido donar sangre y encima la han humillado.

-          ¿Ah, sí…???? ¿Y qué es lo que le han dicho?

-          Que no es apta para donar sangre.

-          No es para tanto… ¿pero por qué?

-          Pues… bueno, es muy largo de contar, así que resumiendo: básicamente la han llamado loca, drogata y despendolada. [...]  Oye, gracias por el cambio. Tengo prisa, que quiero donar sangre antes de que se vaya el bus de la Cruz Roja, hasta luego.


          Y, sin ser consciente de los posibles efectos de su economía lingüística, con la cabeza ocupada por sus ensoñaciones con el médico de marras, se despide como si tal cosa y se dirige a la puerta de la cafetería, dejando a la otra en el sitio, muda y con la boca casi tan abierta como los ojos.





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