miércoles, 16 de enero de 2013

Chicos: El mundo amarillo de P (IV). El jacuzzi

- ¿Qué tal llevas el lunes?

C mira a su compañero con una medio sonrisa, pero incapaz de pensar nada coherente que decir.

- Tío, no sé qué te pasa, pero pareces un perro con pulgas, no paras de moverte en el sitio... Anda, sal fuera conmigo a fumar y me cuentas...



C se levanta sin decir una palabra y se alejan los dos hacia la puerta de salida.

- A ver, cuéntame, que desde lo de la semana pasada me tienes con la cabeza funcionando a toda máquina. Y detrás de la cabeza... ya sabes. Yo creo que hasta mi mujer lo ha notado, jajajaja. Menudas nochecitas de mambo llevamos...
- Pues.... no te lo vas a creer... Pero este fin de semana...

J le mira expectante e inmóvil, con el cigarro en la boca y el mechero a medio camino, como si la erupción del Vesubio le hubiera pillado en pleno acto de encender el cigarrillo o el chasquido del mechero le impidiera escuchar con la atención debida lo que su compañero estaba a punto de contarle.

-Por cierto, le dije a mi amiga que te lo había contado y le hizo gracia, quiere conocer tu reacción, je, je, je. Le pedí que me escribiera lo que pasó, que no se le da mal, para demostrarte como fue la cosa... pero lo que ha escrito no te dirá nada... ¡solo habla de sentimientos y sensaciones! Ya sabes cómo son las chicas...  Espera, vamos por partes, mejor sigo donde lo dejamos el otro día...

J se olvida de encender el cigarrillo, que se bambolea entre sus labios al hablar entre dientes.

- Pero... ¿es que todavía te quedó algo por contar?  ¿Ha pasado algo más este fin de semana? Me vas a poner cardíaco...
- Pues sí. Por orden. Te conté que en el reservado hacía mucho calor, y que las chicas no se atrevían a salir ni a por las copas. Así que me armé de valor mientras me ponía la ropa y me dirigí a la barra. Al abrir la puerta me encontré a uno de los tíos que había intentado asomar la cabeza insistentemente en el reservado. No sé si es que se había quedado allí apostado o qué... El caso es que al pasar a su lado me dio unas palmaditas en la espalda y me dijo: «Tío, eres mi héroe». Yo no sé si era un héroe, lo que sé es que en ese momento me sentía como un soldado tras la batalla... Estaba más que desinflado ya, ¡tres horas ahí metidos sin parar pueden a cualquiera!
- Joder, pero para mí igual, ¿eh? Un héroe y un suertudo. Que no digo que no esté contento de estar casado con Maite, y tener familia y eso... Pero a veces envidio esa libertad que tú tienes... ¡Es que yo eso que cuentas ni sueño con hacerlo realidad!
- Que sí, que mola, pero más de aquí que de aquí, ¿eh?  ̶  explica C haciendo el gesto de tocarse la cabeza para al momento bajar la mano hacia sus partes bajas.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues no te lo creerás, pero es que a pesar de estar más excitado que nunca en mi puñetera vida... ̶  apretando los labios, hace un gesto de negación con la cabeza.
- Pero... ¿nada de nada?
- No pude, tío... No sabes qué ganas tenía... Pero eran dos y no quería que la una pensara que pasaba de la otra o se sintiera mal.... Vamos, que solo tengo una... Y con dos tías... Pues me estresé. Era como estar a tope de revoluciones durante un montón de tiempo sin que la aguja alcance nunca el final del velocímetro. Y claro, la gasolina se acaba...

J se quita el cigarro ya casi destrozado de la boca.

- Pero tío, te quedarías chafado...
- No tanto, no te creas, fue increíble igualmente, el sueño de cualquier tío, una fantasía hecha realidad. Bueno, déjame seguir. Volví con las copas y les comenté que había poca gente, así que decidimos salir a probar el jacuzzi. Tío, te juro que me sentía como un rey o un mafioso o algo así, yo con dos tías estupendas una a cada lado... Ellas llevaban la voz cantante, no paraban de reír y gastar bromas. Entonces una desapareció bajo el agua a hacer... el submarino.
- ¿El submarino? Je, je, je... ¿Qué es eso?
- Bueno, échale un poco de imaginación. Se supone que dentro del jacuzzi no se puede hacer nada por higiene, pero había una pareja dentro que lo estaba haciendo, espero que no "culminaran" ahí... Pero yo ya estaba para el arrastre, me hizo gracia lo del submarino pero estaba tan relajado como si me hubiera fumado un par de porros y no pasó nada que te interese. Encima ellas no paraban de reírse de puro nervio. Jugaron a acariciarse muy suavemente y como las dos están como están, pues imagínate los tíos cómo las miraban... Hicieron como que se tocaban y aparentaron besarse apasionadamente medio tapadas por sus propios brazos, aunque yo que estaba al lado sabía que en realidad se estaban partiendo de risa. Luego fingieron que una le provocaba un orgasmo a la otra con lo que cada uno quisiera imaginarse bajo el agua, aunque fuera de coña, claro, pero no te imaginas lo que eso debió de provocar en la imaginación de los que estábamos allí. Una pareja se contagió con los gemidos de las chicas y pasaron a la acción jadeando de tal manera que debió de oírse hasta en la barra. En fin, que estando ellas en medio de la piscina sin hacer nada real, consiguieron provocarnos al resto. Se lo pasaban en grande. De repente P comienza a murmurar en voz baja y entre carcajadas:

«¿Veis al tiarrón este estupendo que tengo detrás?»

 Miro al chico, alto, guapete, que miraba alternativamente al techo y a una chica que estaba sentada fuera del jaccuzi, en toalla, que le miraba fijamente.

«¡Pues me está metiendo mano sin que se note!»
«¿Qué dices? Ja, ja, ja...»
« Creo que aquella es su chica y no quiere que lo vea, pero entonces no sé qué hace aquí... Lo más gracioso es que yo también le estoy cogiendo a él...»

Mi amiga y yo flipábamos con ella. Menos mal que era tan modosita, si no llega a serlo...

«¿Sí?»
«Sí, y mira que para lo buen mozo que es él... ¡la tiene chiquitita chiquitita!»

Estallamos en una sonora carcajada pero más por la salida de P y por la situación que por el hecho del tamaño del miembro del chaval, ya ves, seguro que a esas alturas yo ya la tenía encogida del todo. El caso es que no parábamos de mirar el cruce de brazos en uno y otro sentido que se intuía bajo el agua y de reírnos de lo mal que disimulaba el tío. En ese momento, sin que nos diera tiempo a reaccionar, la chica saltó como una exhalación al jacuzzi y dio un manotazo al agua justo donde debían de cruzarse los brazos de P y el chico.
«Ay», gritó P haciendo un gesto de dolor mientras seguía riéndose.

- ¡Menudo par!
- Ya te digo... Bueno, cerramos el local prácticamente y nos fuimos a tomar un chocolate con churros a Atocha.
- Eso, a coger fuerzas.
- Pues sí, porque nos hicieron falta para lo del día siguiente...
- Ah, pero, ¿es que seguisteis?
- ¿Que si seguimos?  ̶  C esbozó una sonrisa pícara.
- Anda, vamos adentro que van a pensar que nos hemos fugado juntos, ja, ja, ja, ya te lo contaré en el próximo cigarrillo...

Foto de Pleasureart
(Two4More)

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