miércoles, 26 de diciembre de 2012

Betty Red: Ángeles entre nosotros

Surcos de humedad salada henden mi rostro aterido de frío.
Son lágrimas de tensión, de agotamiento, de frío, de desolación.
Son el estallido de la decepción contenida por la larga espera, de la frustración, de la incomprensión. Los quince minutos de retraso anunciados en un fugaz mensaje se convierten en dos largas horas de escarcha y entumecimiento. En medio de mi angustia por no saber, contemplo atónita el flujo incesante de coches y parejas, que desborda a los aparcacoches.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Lys Green: De manicomio

Es curioso que un amigo intente saber de tu vida a través de lo que escribes en un blog, que es en buena parte ficción, intentando discernir qué es cierto y qué fantasía. A pesar de la tremenda laguna temporal en nuestra amistad, conoce los entresijos de mi mente como si no hubiera hecho otra cosa en los últimos veinte años que estudiarla. Es capaz de leer entre líneas, prever mis movimientos, intuir mi juego y trasladarlo todo a su propio análisis de mi estado de ánimo. De vez en cuando recibo un mensaje suyo que me obliga a pararme y reflexionar. Es su forma de ayudarme. No critica ni juzga mis acciones. Solo me obliga a reflexionar.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Lys Green: Doce del doce del doce

Tic tac tic tac...
Miro el reloj. Las agujas señalan caprichosas algún número entre uno y doce.
Doce.
El péndulo marca el compás del paso del tiempo.

Tic tac tic tac...
En el abismo del doce, el ciclo del tiempo vuelve a empezar. Es un bucle inacabable.
Doce.
El semiciclo de nuestros días y nuestras rutinas.
Doce.
Tantas hojas arrancadas anuncian el ocaso en el calendario.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Lys Green: Rechazo


No me creerás.

Pero sé lo que es.


Lo he sufrido cada día durante años. 
Y también he sabido lo que es la frustración.
Tenía unas expectativas que no se cumplieron.
Como yo no cumplí las tuyas.
Esa noche, las mías simplemente habían cambiado en pocas horas por las circunstancias, pero quise acudir a decírtelo en persona.
No quiero que te sientas rechazado por mí, porque no rechazo ni rechazaré nunca a la persona.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Balikhum Blue: Susceptibilidad



Somos personas y somos sensibles.

Todos.

Siempre que he sido persona, he sido sensible de un modo exacerbado, visible y hasta exhibicionista. Intento domeñar esa sensibilidad para que no se convierta en susceptibilidad extrema. El problema es que no siempre he sido persona. Simplemente, la persona había desaparecido, anulada, sedada la conciencia por escudos de defensa masiva, anestesiada el alma para no sentir el dolor de su destrucción, despojada mi carne de valor intrínseco, aislada mi mente en su prisión diaria de desprecio y humillación privadas, reconvertida en actriz experta en papeles de cotidianidad y normalidad en público.

A mi regreso no reconocía el mundo que me rodeaba y no encontraba el sitio que me correspondía. Así que busqué. Y agazapado en un rincón seguro, encontré al ser que había sido y le obligué a adaptar su vista atrofiada a la nueva luz, vestí su desnudez de seguridad y serenidad, le doté de habla y de palabra como armas, de albedrío y libertad como herramientas. Le di una identidad. Le pedí responsabilidad y le ofrecí tiempo. Ese ser es el que ahora me ayuda a tirar de mi carro, a llevar mi carga con ánimo, a recuperar mi autoestima. Es del color azul del océano. Es profundo y en él guarda todos los misterios. Nada te impide bucear en él.

Le llamé Balikhum.

Balikhum Blue.



Disculpa si me dejo arrastrar pues por la secuela de la susceptibilidad. 

martes, 4 de diciembre de 2012

Lys Green: Fragilidad

Ha caído la noche y solo la luz del hogar y de las velas brilla en nuestros ojos, coloreando de naranja las sombras de nuestros cuerpos.
Extenuados, nos abrazamos y mordisqueamos nuestros labios y los lóbulos de las orejas entre risas desnudas. Las llamas hacen crepitar los leños en la chimenea, apenas a un palmo de nosotros. La humedad se condensa en el ventanal y un estremecimiento recorre nuestra espina dorsal al caer rendidos y jadeantes sobre las sábanas revueltas, buscando a tientas las mantas para arrebujarnos en ellas antes de que el sudor se enfríe y nos recuerde que ese es el único lugar de la casa donde podemos yacer desnudos.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Betty Red: Hilos de sangre (una visión BDSM)


El húmedo calor de tu aliento
recorre las pardas lágrimas de carmín
que serpentean hasta mis pies sin vestir.

Hilos de sangre escapan de mí,
heridas las tersas aureolas de mi feminidad
por ilusiones de plata que calan mi alma.

Siento apenas que punzan el motor de mi pasión
y que mis gemidos se ahogan
sin llegar a brotar de mis labios desérticos,
pues no permites que escape mi hálito de su prisión.





Sacia mi sed, amo, si te place,
pues desfallecen mis sentidos
y solo tus ataduras me sostienen.

Solo tú escuchas mis mudas súplicas,
ya me delate el trémulo movimiento de mi piel
bajo tus lacerantes caricias de cuero.

Tus hirientes y placenteros abrazos de soga
contienen mi débil carne, que es tuya.
Y para ti es, de alma despojado,
mi corazón aletargado.
Mi sangre es ahora tu alimento
y tu estremecimiento estalla en mi interior.

Siento mi exiguo palpitar entregado
a tus hirientes y dedicados cuidados,
paliado el dolor desgarrado por tan meloso tormento;
privada la vista de errantes distracciones;
inalcanzable el paladar por tu albedrío;
minado mi oído por tus punzantes susurros.




Intuyo serena tu presencia tras las  garras que me hieren,
aún no siendo tú en ellas,
y domas con ellas mi piel grana.
Cancerbero de mi humillación,
en tu cárcel soy esclava.
Amo, solo así mi espíritu escapa de su prisión banal y mortal.

Amo, solo así, servil, extenuada y doliente, soy feliz.